La ficción (y la realidad) olvida la ciudad real

Gabi Martínez responde en Babelia, Aviadores Descubren Enorme Manada (literaria) a las Reglas para la superviviencia de la novela de Vicente Verdú. El decálogo de Verdú reduce, según Martínez, la novela a cuestiones técnicas. Pero la ficción y las narraciones lineales siguen existiendo e interesando. Tendemos a confundir la parte con el todo y a pensar que el aparente éxito de las estructuras fragmentarias y fragmentadas acabarán convirtiéndose en monopolio creativo.

La literatura, lineal o fragmentada, falla cuando fallan las historias. Y las historias se desarrollan en lugares, aunque muchos autores se empeñan en colocar a sus personajes en “no lugares”. Por eso, Gabi Martínez se pregunta por la importancia de los espacios, ya sean cuerpos, lugares o ciudades:

… la contagiosa desafección española por el mundo físico exterior invita a preguntarse por los contenidos:

1. ¿Dónde está el cuerpo, los muertos, el sexo en la nueva novela (no negra)?

2. ¿Y el Lugar? El Tiempo ha cautivado de tal forma que han nacido virtuosos en lo veloz y lo etéreo. Pero quizá pronto regresemos al abrigo y la solidez del Espacio.

3. En concreto, ¿dónde está la ciudad? Lucía Lijtmaer, que vive donde yo, opina que "las ciudades en las novelas han quedado reducidas al no-lugar. Pocos autores emplean la Barcelona del presente, demasiado asociada a lo institucional". Lucía cree que el "sello Barcelona" ha fagocitado a los individuos. El monstruo es tan grande que nadie sabe encararlo. Todo suena a artificial. Eso sí que es un desafío.

La literatura es posiblemente un reflejo de la sociedad que, en lugar de usar la ciudad  (y los cuerpos) y olvidarse del tiempo y disfrutar del espacio, espera la llegada de una ciudad espectáculo perfectamente diseñada para un uso ordenado y superficial. Por suerte o desgracia, esta ciudad nunca llegará, excepto en algunos edificios monumentales que visitamos tras cordones de seguridad. Mientras la ciudad real, fea, desordenada, brutal y apasionante, está ahí. Pero ni la mayor parte de los escritores ni de los personsajes de la realidad se atreven a adentrarse en su interior.

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