Sobre las incertidumbres de los laboratorios ciudadanos

En un post previo, Entre la participación ciudadana y la política experimental, analizaba los retos y riesgos de la «política experimental» centrándome en los laboratorios ciudadanos como herramientas para generar procesos de ese tipo. Ese texto profundizaba en uno previo que planteaba, en general (y no solo pensando en su vertiente de formato de política experimental) las incertidumbres a las que, en mi opinión, deberían hacer frente las iniciativas de laboratorios que están emergiendo en los últimos años. Ese texto previo que publico ahora formaba parte, en una versión previa, del informe final del proyecto CO-LAB, Laboratorio de Innovación Ciudadana del Concello de A  Coruña.

La apropiación disciplinar, la diversidad e inclusión (tema central del post sobre política experimental) y la propia burbuja de laboratorios son las incertidumbres que acompañan a la promesa de nuevas formas de innovación ciudadana y política que representan los laboratorios.

1. La burbuja de los «laboratorios»

La popularización del término laboratorio en general y de laboratorio ciudadano en particular refleja el interés creciente en sus aportaciones pero a la vez puede producir un uso excesivo que se manifiesta por ejemplo en el gran número de proyectos que se autodenominan laboratorios a pesar de que muchos de ellos no están orientados a procesos de producción y prototipado. Esta burbuja en el uso de  la denominación “laboratorio” devalúa el propio concepto y dificulta la comunicación de sus objetivos.

En este sentido existe una cierta confusión terminológica al usarse en muchas ocasiones el término “laboratorio” tanto para la identificación de espacios e instituciones como para definir los procesos colectivos de producción. Así por ejemplo Medialab Prado utilizaba el término “taller de producción” para identificar sus formatos intensivos (normalmente de 2 semanas) como Interactivos?Visualizar y otros. Sin embargo, estos talleres de producción se han ido popularizando y se han extendido a otras instituciones (es el formato que por ejemplo utiliza la Iniciativa de Innovación Ciudadana de la Secretaría General Iberoamericana) y su denominación ha ido evolucionando hacia “laboratorios de innovación ciudadana”, “laboratorios ciudadanos” o simplemente “laboratorios”.

2. La apropiación disciplinar

Una parte relevante de los laboratorios ciudadanos han nacido desde iniciativas culturales y/o los agentes culturales han sido claves en su desarrollo. Este hecho refleja la mejor tradición de la cultura entendida no como un sector o una industria sino como una forma de entender de manera crítica el mundo y que por tanto una manera de anticipar cambios y generar contextos donde cooperan agentes diversos. Sin embargo, la asimilación de los laboratorios ciudadanos con lo cultural puede llevarlos a mantener un enfoque y lenguaje disciplinares y enfocado a los problemas más relevantes para el mundo de la cultura. Por esa razón, en muchos casos es un enorme reto atraer a los laboratorios a personas del mundo de la ciencia o la ingeniería, por poner algunos ejemplos, o a los ciudadanos que no tienen un interés temático específico y de este modo generar el contexto “indisciplinar” necesario. El excesivo protagonismo o la patrimonialización de un laboratorio por un grupo gremial es un serio riesgo que debe ser gestionado.

3. Diversidad e inclusión

Por último, es pertinente recordar la juventud del formato de laboratorio ciudadano y aún más de su función para el desarrollo de políticas públicas. Existe un largo recorrido y una evolución que debe suceder en los próximos años para que esta promesa de su utilidad se convierta en una realidad que ha impactado a gran escala. Para ello es necesario trabajar intensamente en la mejora continua de los elementos que configuran un laboratorio (sus programas y herramientas, financiación, infraestructuras …) y a la vez desarrollar mecanismos que faciliten las posibilidades de participación ciudadana. Esto último es un reto que excede a las capacidades del propio laboratorio pero que conviene ser recordado para comprender que la creación de laboratorios ciudadanos será efectiva siempre que sea coherente con la estrategia de las instituciones en las que nacen. Abordo también este tema en Entre la participación ciudadana y la política experimental, pero aquí añado algunas ideas complementarias.

La diversidad de participantes es esencial para garantizar que los laboratorios cumplan sus objetivos. Permitir una participación universal pasa por dos elementos: la toma de conciencia y la posibilidad de hacerlo. En primer lugar los ciudadanos deben entender que es un laboratorio y de este modo podrán tomen conciencia de la oportunidad y responsabilidad que supone su participación. Lograrlo precisa de una una estrategia de comunicación adecuada. En segundo lugar, los ciudadanos deben contar con tiempo suficiente para tener la posibilidad de dedicárselo a procesos de innovación ciudadana y el laboratorio debe adaptarse a la diversidad de ritmos e intensidad de aportaciones de los ciudadanos participantes. Siguiendo los modelos de muchas comunidades digitales, la hospitalidad se ha definido como la tecnología clave para acoger, reconocer y utilizar de modo efectivo aportaciones diversas. Hospitalidad implica un laboratorio inclusivo dado que acoge a todo aquel interesado en aportar y aprender independientemente de sus habilidades, adscripción profesional e intensidad de dedicación.

Complementariamente, en la sociedad actual garantizar la posibilidad de participación requiere del desarrollo de mecanismos de seguridad económica que sean independientes de los salarios por trabajar. La renta básica es uno de esos mecanismos; hasta hace poco tiempo podía parecer una utopía, sin embargo hoy en día es materia de debate intenso y proyectos experimentales en diferentes países. Por tanto podemos imaginar un futuro en que un sistema similar a la renta básica garantice que todos los ciudadanos puedan disponer de un cierto tiempo que puedan dedicar, libremente, a participar en procesos de innovación cívica. Del mismo modo que hoy en día en las democracias todos los ciudadanos tienen la capacidad para decidir, libremente, votar. Esta hipótesis de futuro plantea un aumento de la exigencia para con los ciudadanos en la acción política pero también un incremento radical en su capacidad de influencia y de aportación.

Este post es la continuación de La crisis de las políticas públicas tradicionalesInnovación social vs. Innovación ciudadanaLa emergencia de los laboratorios ciudadanos y Herramientas y programas de los laboratorios ciudadanosEste texto fue parte del informe final del proyecto CO-LAB, Laboratorio de Innovación Ciudadana del Concello de A  Coruña y como los anteriores está basado en las aportaciones de Marcos García, Antonio Lafuente y David Lareo.

2 comentarios

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