El nuevo paradigma de la economía creativa supera los conceptos tradicionales de industria o clase creativa y supone nuevas formas de organización empresarial y de generación de valor que se oponen a los modelos propios de la lógica industrial del siglo 20. Esta economía tradicional se basaba en el “ordeno y mando” y las economías de escala como modelo de negocio, para lo que se organizaban fuertes burocracias jerárquicas que promovían un consumo de masas, en las que todos éramos iguales, mediante campañas de publicidad y ventas.
Por el contrario, en el mundo actual, donde la tecnología asegura eficiencia, es posible trabajar con multitudes en que cada persona es diferente y es posible ser rápidos, flexibles, de bajo coste y personalizar nuestras propuestas al mismo tiempo. La clave de la competitividad está en el uso inteligente de la tecnología, la capacidad de innovación y la flexibilidad para permitir la transformación continua. Esta economía creativa, el nuevo paradigma del siglo 21 destinado a imponerse, se organiza en constelaciones de startups y emprendedores que llegan a sus cliente de forma más efectiva, económica y personalizada. En este nuevo contexto el valor de la cooperación y lo abierto supera al de la competencia y la protección del conocimiento que ha prevalecido en el sigo anterior. Estas pequeñas organizaciones y profesionales adquieren escala creando redes que en parte se organizan sobre un entramado geográfico siendo locales y globales a la vez y se relacionan de modo no jerárquico con corporaciones e instituciones.
Más información:
La economía creativa: el futuro ya está aquí
La creatividad como actitud vital radical o Werner Herzog como guía para perplejos
Activando el ecosistema de la economía creativa en la ciudad de La Laguna