El pasado 13 de Septiembre se celebró el I Encontro Coruña Dixital, donde se debatió sobre innovación social y prácticas digitales. Este encuentro supuso el lanzamiento de Coruña Dixital que está desplegando un programa de activación de proyectos de innovación ciudadana en Coruña.

Participé en este encuentro con el encargo de contestar a la pregunta «¿De qué hablamos cuando hablamos de cultura digital?». Mi intervención se recoge en este vídeo (canal en Youtube del I Encontro Coruña Dixital).

El término «cultura digital» es discutible y, posiblemente, efímero pero también útil para identificar una serie de valores y prácticas que emergen (en muchos casos recuperan su vigencia) con la irrupción y el desarrollo de las tecnologías digitales. Más que de cultura deberíamos hablar de culturas dado que lo digital ha generado formas culturales muy diversas y en muchos casos opuestas entre si. En mi caso me refiero a una de esas culturas en concreto que, en mi opinión, ofrece oportunidades para un mundo más abierto, inclusivo y equitativo. En la intervención abordo tres elementos que considero claves para entender que caracteriza esta cultura digital:

  • El nuevo escenario caracterizado por un aumento drástico de la incertidumbre y complejidad (y la reducción del valor de la planificación); la disrupción tecnológica (que alude a la velocidad inesperada y difícil de dimensionar de los cambios sociales, económicos o políticos); el renovado valor de la cooperación y los ecosistemas relacionales como ventajas competitivas; y un cambio cultural y cívico ligado a nuevos valores.
  • El ADN de la cultura digital que presenta tres ingredientes: infraestructuras y tecnologías comunes; laboratorios ciudadanos; y prácticas hacker
  • Las nuevas economías y una nueva forma de entender el emprendimiento. Frente a un modelo tecnológico que solo exacerba el mundo industrial (lo que se ha denominado feudalismo digital) emergen tecnologías y formas organizativas (como el cooperativismo de plataforma) que trabajan para situar a las personas en el centro de la cadena de valor, sitúan su preocupación central en la generación de prosperidad y bienestar a las personas (clientes y trabajadores), y trabajan desde lo local (en lugar del las recetas simples del «solucionismo tecnológico» genérico y globalizado).

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