Siempre me han fascinado los pasadizos que forman los andamios en las aceras de las calles, especialmente cuando son estrechas. Esos lugares oscuros donde el paisaje de la ciudad se sustituye por oscuridad y hierros. Un pasaje corto donde te cruzas con extraños a los que te debes aproximar más de lo que resultaría correcto en una situación normal. Lugares incómodos donde se suspende la ciudad y en los que todos tratamos de pasar rápido para evitar la incomodidad que nos provoca la cercanía con el desconocido y con lo desconocido.