Nuestras empresas siguen modelos acordes con la revolución industrial. Hay síntomas, tales como el elevado número de horas que se trabaja cada día, unido a la escasa productividad por hora trabajada, la escasa flexibilidad en el trabajo, la cultura de la presencia, la insuficiente conciliación, el elevado absentismo, la elevada existencia de líderes tóxicos (…) existen otros dos modelos de empresa: compromiso y bien común
Empresas democráticas para innovar. Ricardo Chiva, El País