Mil palabras. Otra vez estaba incumpliendo la que era casi mi única regla. No escribir mas de mil palabras cada día. Después de las horas de lucha interna para empezar, ese texto fluía en pocos minutos y siempre llegaba la ansiedad por continuar. Pero las siguientes mil ya no eran iguales, todo parecía desmoronarse, los personajes perdían fuerza e interés, la historia se detenía y empezaba a circular por lugares previsibles. Un desastre. Alguna vez pensé en reunir todas las primeras mil palabras de cada sesión en un libro y utilizar las siguientes para otro. Seria interesante ver que sucedía, ¿cual resultaría más interesante? Solo había un pequeño problema, estos experimentos requerían lectores y era algo que yo no tenía ni era previsible que lograse en un futuro próximo.
¿Le sucedía estos a todos los escritores o era un vicio de blogger? Quizás había pasado demasiado tiempo escribiendo posts sin necesidad de pensar en la estructura que requiere un texto mas largo. Pero también cabía la posibilidad de que solo un blog soportase mis limitaciones creativas. Y ponerme a escribir algo mas largo, demasiado pronto para saber aun como denominarlo, se convierte así en otro experimento. Uno que quedará también en la intimidad de mis fracasos.
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