La historia reciente de la regeneración urbana de Medellín es bien conocida. Justin McGuirk le dedica un capítulo en su excelente libro Radical Cities: Across Latin America in Search of a New Architecture. En realidad existen muchos relatos sobre esta ciudad, al igual que existen muchas ciudades que conviven en un mismo espacio geográfico… aunque en ocasiones separadas por barreras invisibles. En este caso la recuperación de la ciudad ha sido un resultado nacido de las aportaciones de la ciudadanía y de la política.
La movilidad y el espacio público se han revelado con las claves para entender la evolución de los barrios marginalizados (la mayor parte de las fotografías que acompañan este post son de la Comuna 13). La historia reciente de los asentamientos en las laderas más altas y escarpadas del valle de Aburra donde se asienta Medellín es un relato de desplazados: exiliados interiores que huyeron de la guerrilla y los paramilitares en las zonas rurales y acabaron atrapados por el narco en los márgenes más inhóspitos de la ciudad. El Centro de Memoria Histórica ha publicado un informe de título explícito sobre esta historia: La huella invisible de la guerra. Desplazamiento forzado en la Comuna 13.
La creación de infraestructuras efectivas para la movilidad ha dado a la población mas marginal, en un sentido geográfico y social, acceso real a la ciudad. Cuando antes solo era posible llegar al centro o a barrios acomodados, donde se sitúan los empleos, con tránsitos de muchas horas, ahora es posible llegar en menos de una hora. En la práctica antes la ciudad era inaccesible y ahora pueden vivir y trabajar en ella. El espacio público ha recuperado la vida social, el sentido de comunidad y ayudado a mejorar la seguridad. Por tanto a ayudado a crear ciudadanía en un sentido profundo al permitir las relaciones y la construcción colectiva de lo local. De este modo un territorio y una población que ha sufrido décadas de violencia ha podido recuperar su dignidad cívica y su derecho a la ciudad.
Pero nada es simple. Los barrios actuales son el resultado de la combinación de intervenciones de acupuntura que no destruyen el tejido urbano, formal e informal, unidas a grandes inversiones. Las grandes infraestructuras, como el metro que planea sobre la ciudad, se combina con el metrocable que vuela sobre los comunas, las calles y aceras en los barrios, o los viaductos que se adosan a las laderas para permitir que la gente se mueva al barrio vecino. Y todo unido a la recuperación de los paisajes íntimos y más próximos, que se refleja en los colores y murales sobre fachadas y tejados. Cuando vives en vertical esos tejados son otra fachada que configura tu paisaje urbano. Caminado por estas calles es posible sentir el resultado de la preocupación por que todos aprendan las nuevas reglas de juego, los nuevos derechos y deberes que hacen posible la convivencia. Se respira alegría y sosiego en las calles empinadas, en las canchas de juego, en las pequeñas tiendas y los bares de la comuna. Los problemas no han desaparecido, pero es un proceso en marcha de recuperación de la dignidad cívica imprescindible para la construcción de una verdadera ciudad.