Hacer una película puede ser un ejemplo máximo de proyecto emprendedor; por esa razón proponíamos las enseñanzas de Werner Herzog como un manual básico del emprendedor. Un director es un líder creativo que debe lograr que un equipo de muchas personas desarrolle un proyecto en un tiempo y con unos recursos limitados. Y debe hacer que ese proyecto cuente una historia que tenga algo único que conecte con los espectadores. Para el director mexicano Alejandro González Iñárritu el éxito de un creador se basa en buena medida en «habilidades» innatas, que no se pueden aprender.
La Rolex Mentor and Protégé Arts Initiative ha permitido que Alejandro González Iñárritu y Tom Shoval compartan tiempo y reflexiones durante un tiempo. Acompañando al último número de la revista mexicana Gatopardo (donde además aparece una larga e interesante entrevista a Iñárritu) se publica una revista de la Iniciativa Rolex donde Iñárritu hace esta reflexión sobre su papel como mentor e identifica lo que no se puede aprender pero es imprescindible para hacer una buena obra:
Para hacer una película no hace falta ser un genio. La habilidad, el ABC, la parte técnica … todo eso es fácil de aprender. Pero hacer una buena película, eso es ya otro cantar, y nadie puede enseñártelo. En mi opinión, hay tres cosas esenciales que no se pueden aprender. Primero, tienes que estar loco. Y no lo digo por decir; yo creo que el cerebro de un auténtico director padece de una cierta psicopatía. En serio, creo que tienes que estar un poco zafado.
Otra cosa es el ritmo, y eso es Dios. Sin ritmo, no puedes componer música, no puedes escribir, o puedes hacer arquitectura; sin ritmo eres un pobre diablo. Un guionista puede tener una gran técnica y grandes ideas, pero hay algo en el ritmo que es imposible enseñar.
Y por último, debes tener una vida interior, una experiencia que compartir; a saber, algo que decir. Y sin eso, aunque te pasen un guión estupendo, si no lo empapas de tu esencia, obtendrás algo estéril. Si interpretas un concierto de Beethoven, partes de unas notas fantásticas, pero si no te provocan ninguna emoción, no tienes nada que decir. Un escritor tiene a su disposición las mismas palabras que todo el mundo, pero no puede explicarse por qué unas obras son mejores que otras. Se tiene o no se tiene; dejas que fluya y lo escuchas, o no. Yo creo que es algo con lo que se nace y lo único que se puede hacer como mentor es ayudar a tu colega o discípulo a sacudir el árbol para que caigan esos frutos que él ya tiene, para que mejore o para que siga progresando.
Con tanto empeño en aprender, consejos, gurús, manuales … en ocasiones alguien puede tener la falsa impresión de que crear, liderar o emprender se reduce a una cuestión técnica. Si así fuese posiblemente estas tareas hubiesen sido ya reemplazadas por algoritmos al servicio de las organizaciones más convencionales. Pero no es así; estar loco y tener ritmo y vida interior son esenciales para crear algo realmente especial y relevante.
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