Las razones de su viaje eran fáciles de explicar, lástima que fuesen totalmente falsas. Participaba en un evento sobre su especialidad académica, era uno de los conferenciantes invitados y se encontraría allí con muchos colegas y algunos amigos de diferentes partes del mundo. Pero ese mundo le resultaba aburrido, le costaba cada vez mas ocultar el hastío de las largas conversaciones fuera de la realidad y de la emoción.
Estaba allí por otra razones. Mas complejas, mas interesantes y menos confesables. Las políticas culturales no eran mas que una tapadera. La barrera que había colocado desde hace años entre todos y su realidad. Hubo un tiempo en que le apasionaban, especialmente cuando empezó su tesis doctoral. Quizás el divorcio se produjo en los últimos meses de preparación de su tesis, cuando descubrió, ¿cómo no pudo hacerlo antes?, que la vida era mas estimulante que su universo de libros, artículos, conferencias y simposios. Aun así continuó con una trayectoria académica que muchos de sus colegas definían como brillante. Cuando la contradicción estaba a punto de llevarle al desastre, llego su salvación de la forma mas insospechada. Pero volver a ese momento le recordaba a Danton y hacia unos días que prefería mantener ese recuerdo alejado. O al menos vivir el auto-engaño de ser capaz de olvidar lo que siempre está ahí, como esas canciones que quieres escuchar una y otra vez de forma obsesiva.
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