¿Estamos asistiendo a la co-evolución de las identidades distribuidas y la estructura fragmentaria de la web? Se habla mucho de la exuberancia de información pero menos de su fragmentación y dispersión, un proceso tecnológico que puede modificar aún más nuestro “comportamiento digital”. Planteo, y trato de contestar, a estas preguntas en ¿La vieja web ha muerto?, en Piel digital de Soitu.es:
En 2008 se cumplen ya 15 años del nacimiento de la web, la World Wide Web, pero al tiempo puede ser la fecha de defunción de su vieja versión. La web del siglo XX estaba conformada por páginas donde forma y función estaban unidas de forma inseparable. Los usuarios, personas u organizaciones, creaban y mantenían “sus sitios” bien delimitados en la geografía digital. Pero este modelo hace ya años que empezó a modificarse. La vieja web ha dado paso a una nueva web que separa la forma de la función, los contenidos del diseño, los datos de los metadatos. Y al tiempo, en este nueva web las páginas originales estallan en innumerables fragmentos que se pueden localizar independiente y remezclar de forma prácticamente ilimitada. Pero no es este un cambio únicamente tecnológico. En paralelo a esta transformación de la web, los usuarios pasan de ser vecinos de unos pocos sitios a distribuir su presencia e identidad a lo largo de la red creando diversos fragmentos de contenidos (desde fotografías alojadas en Flickr a un post en su blog o los comentarios que dispersan por otros sitios, por poner solo unos ejemplos).
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