La arquitectura de la serendipia

En Soitu.es | Piel digital estoy tratando las consecuencias indeseadas y/o inesperadas de la irrupción de la tecnología digital y los cambios que provoca en nuestra cultura y comportamiento. Algunos de estos efectos son hipótesis con visos de realidad, otros son más bien declaraciones apocalípticas y poco fundamentadas empíricamente. Entre los segundos se encontraban los efectos que analizaba en ¿Condenados a la estupidez digital?. Entre los primeros se sitúan las preocupaciones y análisis sobre los cambios que provoca la digitalización en la arquitectura de la información y sus consecuencias sobre las oportunidades para la serendipia, un motor sutil pero potente que mueve buena parte de nuestra creatividad e innovación. En La arquitectura de la serendipia he discutido esta cuestión en base a algunos recientes debates que se han producido entre los que entienden que Internet reduce las opciones de serendipia y los que por el contrario piensan que la serendipia digital es más frecuente que la analógica. Buena parte del post está basada en excelente análisis de Ethan Zuckerman, uno de los invitados a Sociedad Red en Octubre en Barcelona.

Nuestra lenta adaptación a lo digital no parece ser un proceso lineal, simple y previsible. Lo mejor (y lo peor) nos vendrá dado posiblemente por lo que ahora es en gran medida impredecible. Así, entre los apocalípticos se empieza a proponer que estamos condenados a la estupidez digital, dado que el “exceso” de información hace que perdamos nuestra capacidad de concentración y análisis. Pero existen otros riesgos, menos catastróficos pero posiblemente más reales. Uno de ellos viene derivado de la propia arquitectura de la información y las interfaces digitales que podría afectar a nuestras opciones de serendipia. Según la Wikipedia, la serendipia “es un descubrimiento científico afortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente” (la versión inglesa propone una acepción más universal, eliminando la referencia a lo científico). La serendipia es en buena medida el motor oculto que genera creatividad e innovación en un mundo crecientemente complejo

Ethan Zuckerman ha resumido algunos aspectos de este debate en The architecture of serendipity, donde comenta el reciente diálogo mantenido entre los profesores de derecho estadounidenses Cass Susstein y y Eugene Volokh. Este debate puede consultarse en el video aparecido en Bloggingheads.tv y una versión reducida en el New York Times (que se pregunta en el título si “¿Los blogs son malos para nosotros?”).

Sunstein, profesor en Chicago, planteó una visión apocalíptica del futuro en 2002 con su libro Republic.com, donde proponía la hipótesis de que la fragmentación y personalización de la información digital (que hace que solo escuchemos opiniones similares a las nuestras) nos conducirá, como sociedad, a la pérdida de los grandes relatos unificados y del consenso sobre los hechos. Pero en 2006 abandonó en cierto modo esta visión para publicar Infotopia, mientras que el año pasado reescribía su primera obra sobre Internet, Republic.com 2.0. En estos nuevos libros Sunstein abraza una cierta (aunque limitada) utopía digital. Por su parte el catedrático de UCLA Volokh es el fundador y líder de la The Volokh Conspiracy, un blog iconoclasta y muy popular que escribe un gran grupo de académicos norteamericanos en el que se mezclan conservadores y libertarios.

En este debate, Sunstein, que sigue preocupado por el aislamiento social e informativo provocado por Internet, propone que la arquitectura de la red reduce nuestras oportunidades de serendipia. La capacidad de personalización nos aislaría y, de este modo, las oportunidades para realizar descubrimientos inesperados se anularía en gran medida. Y es precisamente esa capacidad la que nos permite tomar decisiones informadas, con un buen balance de opiniones discrepantes. Para Sunstein el periódico tradicional, por el contrario, está diseñado según una “arquitectura de la serendipia” dado que utiliza titulares y textos acompañantes para llamar la atención de lectores sobre noticias que, en caso contrario, no descubrirían por que no se sitúan en su foco de atención. Por su parte Volokh piensa que Sunstein exagera la diversidad de los medios tradicionales. Por ejemplo, la mayor parte de periódicos norteamerianos tienen un sesgo hacia el centro-izquierda (algo similar sucede en la universidad). Por el contrario Internet, y en particular los blogs, invitan a la gente a cruzar estas fronteras ideológicas al enlazar con las opiniones que se pretenden criticar.

Ethan Zuckerman, como defensor de la serendipia por su capacidad para reducir la endogamia informativa, tras resumir el debate Sunstein-Volokh se enfrenta a el mismo de un modo empírico al problema de la arquitectura de los medios y para ello compara la versión en papel con la digital del The New York Times. En su comparación, la página inicial del Times presentaba seis grandes noticias y otras siete historias menores. Cada gran historia se acompañaba de 200–400 palabras donde se trata de “convencer al lector” para que siga los detalles de la noticia en el interior. Las noticias cortas se acompañan de solo 17–48 palabras. Si interpretamos las referencias a páginas interiores como equivalentes a los enclaces en la web, la primera página presentaría 23 “hiperlenlaces”.

La edición online del mismo día era radicalmente diferente: presentaba 315 enlaces a otras páginas con contenidos y cada historia se acompañaba de textos mucho más cortos, de entre 10 y 26 palabras. Esta imagen no representa más que una pequeña parte de la página inicial completa pero se puede comprobar fácilmente que, a pesar de estar inspirada en la versión en papel, los detalles de su “arquitectura” son claramente diferentes.

De este modo la versión en papel ofrece muchas menos opciones de noticias pero para cada una de ellas proporciona una información 20 veces superor. Por supuesto los resultados de esta comparación no vienen determinados solo por una elección deliberada de una determinada arquitectura de la información; el soporte restringe opciones (el papel no admite enlaces; la lectura en pantalla no es tan cómoda …). Además es una comparación limitada por que no incopora otros elementos importantes sobre las razones de la selección de noticias y autores, ni incluye el hecho de que el papel vive 24 horas mientras que el medio digital se renueva en contínuo, uno es un stock el otro un flujo. Estos elementos forman parte del proceso de crisis y reinvención de los medios en el que estamos inmersos y en el que, en todo caso, la “arquitectura de la serendipia” jugaría solo un pequeño papel.

En cierto modo esta comparación parece indicar que a mayores posibilidades de elección, menores opciones para la serendipia. Cualquiera puede leerse todas las historias de portada de un periódico y elegir cuales les interesan. Difícilmente alguien se leerá todas las noticas que aparecen en la home de un medio digital. Pero además “la tecnología del siglo 19”, tal como define Zuckerman a los periódicos, tiene una mayor capacidad de persuasión deliberada; el editor puede influir en mayor medida sobre las opciones y elecciones de los lectores. Por contra, la tecnología digital, en forma de filtros y sistemas de recomendación, tiende a ofrecer al usuario siempre “más de lo mismo” y es menos potente a la hora de sugerir descubrimientos sorprendentes. Si esta tendencia es correcta, ¿como mantener la serendipia analógica en un medio digital? La experiencia hasta el momento señala que los diseñadores tienen una capacidad limitada en este sentido. Por esta razón Sunstein propone una solución que no se basa en la tecnología sino en la responsabilidad del usuario que debería preocuparse de cruzar frecuentemete las líneas ideológicas en sus lecturas y enlaces. Mientras que en el periodismo tradicional son los periodistas y editores los que, al diseñar el interfaz en papel, tienen la capacidad de provocar la serendipia, en los medios digitales esta función se traslada en gran medida a los usuarios. En todo caso parece que la última palabra sobre el efecto del diseño y la arquitectura de la información digital sobre la serendipia de los lectores está lejos de haberse escrito.

2 comentarios

  1. Desde mi punto de vista la red permite muchas dinámicas en favor de la serendipia, entre ellas la superposición de bases de datos y de tecnologías (mashups).
    Esta claro que a mayores posibilidades de elección corresponden menores opciones para la serendipia. Pero también es cierto lo contrario, procesos de reducción y selección de «opciones» (noticias) como puede considerarse la acción de los buscadores, producen una reducción deserendipia. Es más. Más eficientes son, menos serendipia tengo.
    Pero esto es así siempre? Que pasa si añado a mis búsqueda más dimensiones?
    Un ejemplo es el caso de búsquedas basadas en la dimensión espacial. En este caso la información resultante será siempre finita y cuantitativamente más accesible por los usuarios. Cuando me intereso por una calle, puede interesarme todo tipo de información, sobre todo cuando se trata de la calle donde vivo.
    Resumiendo, estoy hablando de un dimensionamiento del uso de internet hacia una escala local e hiper-local. Se reduce la información, pero aumenta su relación con un espacio físico reconocible. La cantidad de información resulta más abarcable, en cuanto a cantidad y sobre todo por su carácter local: la información se hace más «humana», más cercana.
    Procesos como este nos pueden llevar a un cambio de paradigma en cuanto a nuestra forma de buscar y acceder a la información, con más espacio para laserendipia; y todo gracias a la posibilidad de cruzar bases de datos.
    Lo mismo podríamos decir de las redes sociales. Cuando realmente funcionan como tal, en realidad tienden a dirigirnos hacia un cierto tipo de contactos. Hay poco espacio para las sorpresas. ¿Que pasaría si en lugar de buscar personas por su perfil las buscamos por su cercanía? Puedo descubrir de repente que el vecino de arriba lleva sus hijos al mismo colegio que mis hijos y cosas del estilo.

  2. Felicidades por tus últimos artículos. Curiosamente, los artículos de este blog suelo leerlos en papel impreso, porque superan mi capacidad de atención digital.
    Una precisión poco relevante: serendipia, entendida en sus acepción más general (la de la wikipedia inglesa) es un neologismo inútil, puesto que en castellano tenemos la palabra «chiripa», que tiene el mismo significado e incluso un sonido bastante cercano.
    En mi caso, yo diría que el medio digital incrementa el número absoluto de chiripas que encuentro, aunque no sabría decir si también la frecuencia: quizá sea tan simple como que digiero más información en menos tiempo y, por tanto, surgen más casualidades afortunadas.
    Y diría la serendipia es muy dependiente de la actitud del usuario: cuando uno está enamorado, todo lo que lee le lleva al amor, cuando uno está investigando sobre caracoles pulmonados (¿existen?), descubre que es un saber más transversal de lo que parece.

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