Elogio de la imperfección

Despertarse el domingo cuando aún no ha amanecido es un regalo. Escuchar música o la radio con el volumen muy bajo para no despertar a nadie; leer los periódicos del día anterior que como siempre quedaron a medias; sentarse al lado de la ventana esperando que poco a poco amanezca …

Hoy leía el Babelia que El País publicó ayer (siempre que consideremos que “publicar” es imprimirlo en papel y venderlo en kioscos; la web sigue ofreciéndonos el número de hace una semana). En la tercera página se habla de Manolo Garcia y de sus espacios de trabajo. Me he quedado pensando en esto que dice el cantante (y escritor, fotógrafo, pintor y carpintero) en el reportaje:

… todas las disciplinas las he de sudar, le pongo mucha voluntad a todo. No soy buen guitarrista, no soy buen escritor, no soy buen fotógrafo pero le echo horas a todo como cuando empecé a trabajar de carpintero a los 14 años.

No he podido evitar verme reflejado: una fuerza aparentemente irracional que me empuja a apasionarme por muchas cosas, una dedicación intensa a muchas de ellas … y la incapacidad para ser bueno en ninguna de ellas. Durante mucho tiempo vivi esto como un problema, un error con el que debía convivir. Hace ya tiempo que me acepté y entendí que es mi forma de entender y estar en el mundo. 

El periodista tituló el reportaje “Manolo García: el creador ludita” y creo que hace en ese resumen una lectura superficial del personaje. Es verdad que Manolo García se muestra crítico y desesperanzado con el mundo actual. Pero también es cierto que en su forma de entender el trabajo y la creación, en su necesidad de explorar múltiples campos y en la simplicidad con la que aborda las herramientas que utiliza para su trabajo (se autodefine como el “artista nómada”) es extremadamente contemporáneo. Utiliza la tecnología que necesita y se enfrenta a su vida profesional con la actitud del amateur que se mueve por sus pasiones. Y convierte la imperfección en su forma de aportar valor a la sociedad, mientras otros se escudan detrás de la pretensión de perfección para no aprender y por tanto, de algún modo, para no vivir.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.