Diseño, interdisciplinariedad,  innovación. Tres conceptos aparentemente diferentes pero que podrían considerarse como tres perspectivas de una misma cuestión: la estrategia, la metodología y el objetivo final. Los traigo aquí para relacionarlos con una de las organizaciones que aparentemente deberían hacer confluir estos conceptos:la universidad.Pero, ¿Cuál es realmente el papel de la universidad convencional en este modelo?, o, dicho de otro modo, ¿es la universidad convencional el espacio adecuado para el desarrollo del pensamiento de diseño (más aquí)?.

Dos artículos, también aparentemente muy diferentes entre si, analizan el menguante papel de la universidad convencional en el emergente sistema tecnocultural y la irrupción de nuevos actores (organizaciones e individuos) que pueden sustituir a las universidades. Se trata de cambios radicales que van desde los aspectos más conceptuales de la ética y la estrategia a los más mundanos de la organización de los espacios físicos. Quizás lo más relevante sea empezar a aceptar que el cambio solo es posible cuando aceptamos que afecta al conjunto y que no es posible si lo limitamos a una parte.

Julian Bleecker, en Near Future Laboratory (Crossing All The Wires: Cultural Engineering and Electrical Theory?), analiza los retos del trabajo interdisciplinar, que identifica como aquel que no pertence a ninguna disciplina establecida y que se enfoca a la creación de “objetos” verdaderamente nuevos, tanto desde el punto de vista cultural como desde el tecnológico o científico. En otras palabras, lo interdisciplinar entendido así podría ser la mejor definición de innovación.

El post completo merece una lectura detenida, pero traigo aquí su comparación, ejemplificada con dos experiencias personales, del funcionamiento de la universidad convencional y de los nuevos modelos académicos más próximos a la verdadera interdisciplinariedad.

En la “academia” tradicional, aquella en la que a día de hoy sus dirigentes declaran contínuamente la importancia de la innovación y la interdisciplinariedad pero en las que al mismo tiempo no modifican su organización para hacer frente a estos retos, esta es una escena cotidiana:

One day early on I walked across campus to the engineering quad to see about using the machine shop there. There was one of those “we’ll be back” style clocks that indicated a short window of opportunity to get ahold of someone in there. I think it was about four hours a day. The doorbell to the shop door had been removed so I had to knock hard on the door. The knocking was answered by a shop guy. When I explained I was a professor from just across campus at another school, he only said — ”I don’t know if we’re supposed to work with you.”

I knew what he meant — there was probably some allocation of resources from budget centers or whatever the hell, and that meant that there were only certain ways he could get paid, based on hours worked on specific job numbers or something similar. That’s the practical side of it. But, the systemic side is that, despite the lofty words in university presidents’ addresses, the institutions themselves have epic inertial forces that will not make them anything close to interdisciplinary.

Frente a este modelo, existen otros ejemplificados por Bleecker en el Art Center College of Design, donde se aborda desde la base la interacción de diseño y tecnología:

That episode at the machine shop door emphasized the intractable nature of practicing undisciplined creative work in a setting with well-policied disciplinary schools. Some time after this episode, I happened to be at Art Center College of Design. There, while walking to a student’s studio, I came across their shop. It was a hive of activity — lots of students working on stuff. Shop supervisors were around and seemed eager to assist students. Most of all, I was drawn to the openness of the shop. It ran along a long corridor with a window showing you what was going on inside. It was a strong contrast to the other shop..with the door and the removed doorbell and the four hours a day of access.

Seeing this shop made me think about design — something about which I had only the barest of knowledge. I don’t really know what design is, other than the idea that there are designers who design things. There are practices like industrial design, furniture design, lighting design, and so forth. There are design schools where design is learned and taught. But, something was going on here, as I saw just on the surface in this shop. Things were being made; ideas were being explored and probed and materialized here.

El diseño aparece aquí como una meta-disciplina, con una filosofía y estrategia para abordar y resolver problemas que se transmite a toda la organización.

Parece que la universidad convencional no está en España, ni mucho menos, alineada con los modelos basados en el pensamiento de diseño, la interdisciplinariedad y la innovación. Es un debate que ni siquiera se ha planteado hasta el momento, aunque si se ha formulado de una forma más estándar: ¿cuál es el objetivo de la universidad: conocimiento o resolución de problemas?, ¿desarrollo intelectual o socioeconómico? Estas preguntas podrían recordar a la confrontación ya trasnochada entre ciencia básica y aplicada, y de hecho son versiones actualizadas (aunque me temo que ya no contemporáneas) de este viejo debate. Por supuesto, el conocimiento es necesario para la resolución de problemas, pero las estrategias y modelos organizativos serán radicalmente diferentes si el foco se centra en uno u otro objetivo.

Juan Urrutia ha abordado estas dos posiciones sobre la función última de la universidad en Jacques y Hugo sobre la universidad. Compara el reciente discurso de Jacques Drèze como doctor honoris causa por la Universidat Autònoma de Barcelona, con el que realizó hace ya 14 años Hugo Sonnenschein es un acto similar.

Jacques Drèze cita a Hugo Sonnenschein en su lección y procura dar la vuelta al argumento de éste en relación al papel de las universidades. Hugo había dicho que la pricipipal misión de la universidad debería ser ” the discovery, preservation and tranmission of knowledge… ( within) a perspective that celebrates the development and testing of ideas”. Y este ideal -continúa Jacques- contrasta con ” a fearful image of universities…seeking solutions to the most pressing problems and promoting national economic growth”. La presion sobre las universidades para que proporcionen soluciones tales ” could in the long run prove very injurious”.

Esta opinión de Hugo no parece estar muy lejana de la de la torre de marfil y, sin embargo, está seguida de una conclusión que deja un portillo abierto a la preocupación por el diseño de la política económica. En efecto, Hugo termina diciendo que ” Universities should be places where we can think hard and independently about the ideas that are…most likely to change the way tha we view…our oppotunities for the future”.

Al contrario que Drèze no creo que ninguno de los dos modelos de universidad, la centrada en el conocimiento y la “solucionadora de problemas”, sean a priori mejor o peor. Cada modelo obedece a unas necesidades sociales y, en este sentido, el contexto lo es todo. No parece adecuado que en un entorno con graves necesidades, existan instituciones (sobre todo si se financian con fondos públicos) dedicadas al “conocimiento por el conocimiento”, pero en sociedades avanzadas este puede ser el modelo más efectivo para hacer sostenible en el largo plazo el desarrollo socioeconómico. Posiblemente la combinación de ambos modelos en un entorno económico podría ser la mejor aportación y, de hecho, la falta de diversidad puede ser una de las principales debilidades del sistema universitario europeo.

En todo caso, si parece más relevante asumir que ambos modelos no caben en una misma organización y de este modo dotarse de un soporte financiero y organizativo congruente con los objetivos. Así, es discutible si la universidad orientada a la producción de conocimiento puede desarrollarse con una organización convencional (y por tanto “disciplinaria” y disciplinada) o necesita reinventarse según el modelo de interacción entre diseño, ciencia y tecnología. Si es mucho más claro que la universidad orientada a la producción de soluciones necesita urgentemente esa reinvención.

Estas cuestiones son algo que, por ejemplo, olvidan sistemáticamente en sus discursos los representantes académicos españoles. Después la práctica cotidiana de la política universitaria nos lleva a universidades de dicen seguir el modelo de interacción entre diseño y tecnología, pero que siguen funcionando con el sistema convencional que mata la interdisciplinaridad y, en último término, la innovación. Esta ambigüedad calculada puede ser útil en el corto plazo para asegurar financiación pública (basada solo en declaraciones de intenciones, no en resultados reales), pero en el largo plazo conduce al fracaso o a una supervivencia constantemente asistida sin cumplir los objetivos que se proponen (sean estos el conocimiento o el desarrollo).

En todo caso, las universidades que opten por el modelo de producción de conocimiento como objetivo principal o aquellas asentadas en la ambigüedad necesitarán de nuevas figuras imprescindibles, los intermediarios que traduzcan el conocimiento universitario para hacerlo útil a la sociedad. Una modalidad de broker de conocimiento que genera valor agregando, filtrando y traduciendo y no creando. Así concluye Juan Urrutia:

Quien encuentre un medio para extraer de los despachos de los académicos su pensamiento y aprenda a difundirlo con cierto rigor hará un favor a la universidad, a su país y a sí mismo. Siempre que, claro está, las ideas que se extraigan sean las que pueden cambiar nuestra manera de mirar al mundo y siempre que no nos olvidemos de celebrar la emergencia de ideas.ç

Estos actores existen, al menos formalmente, en la mayor parte de universidades españolas, pero en pocos casos cumplen esa función dado que caen en los mismos defectos estratégicos y organizativos que sus instituciones. Posiblemente, los verdaderos brokers acaben llegando desde fuera del sistema.

2 comentarios

  1. Hola Juan, Me acabo de encontrar con tu blog. Creo que tenemos formas de pensar que intercambiar.
    No, el modelo de la universidad en España, desafortunadamente no contempla el modelo de Design Thinking. Es algo muy nuevo. Yo lo he importado conmigo en mi formación desde Reino Unido, pero ni siquiera se contempla en nuestro país.
    Si te puedo decir que un par de instituciones en España se lo han planteado y lo han querido adoptar, pero ante la misma falta de entendimiento por parte de los estudiantes, optan por acotarlo o no utilizarlo.
    En Reino Unido y USA, el design thinking está incorporado en modelos de negocio compatibles con tecnología.
    No se me ocurre siquiera intentar convalidar mi titulo universitario de BA Honours Product Design por que sé que no hay equivalencia ni en la mente de la formación en España.
    Un saludo,
    Miguel

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