“Lo urbano” interesa y cada vez más. Puede que sea por que ya, desde 2007, la mayor parte de la población humana vive en ciudades (y esta tendencia seguirá creciendo de modo imparable en los próximos años). Puede que sea por que las ciudades son el problema o, por el contrario, son la única solución al reto de la sostenibilidad y del desarrollo socioeconómico. En todo caso, las ciudades son motivo de debate, reflexión y preocupación.

Esta es la introducción a la guía de ránkings de ciudades, que en tres partes he publicado en Ciudades enredadas | ADN.es:

…en el año 2007 hemos asistido a la explosión del debate urbano ya alejado de los círculos académicos. Los medios, los blogs y los políticos han discutido, con mayor o menor profundidad y acierto, sobre ciudades. Una buena muestra de esta tendencia ha sido la irrupción de innumerables ránkings de ciudades, de todo tipo y condición. Iniciando el 2008 puede ser un buen momento para revisar lo sucedido y preguntarnos por el valor (y efectos secundarios, incluso perversos) del uso y abuso de este tipo de productos.

Como veremos, estos ránkings tratan de medir el funcionamiento de las ciudades en tres ámbitos principales: calidad de vida, sostenibilidad ambiental y economía. Por otra parte, nos encontramos con varios ránkings globales en los que se incluyen ciudades de todo el mundo (generalmente, aunque no en todos los casos, grandes ciudades), pero existe un gran número de ránkings dedicado a ciudades estadounidenses…

La segunda parte constituye propiamente la guía de ránkings urbanos donde se recopila una selección de 11 ránkings urbanos aparecidos a lo largo del 2007. Los hay de todo tipo y condición y con mayor o menro base metodológica. Entre los más peculiares, el ránking de Forbes.com para cada uno de los "pecados capitales" que cometen las ciudades norteamericanas. Entre las ciudades más lujuriosas aparece sorprendentemente Denver (en la imagen): aunque las ventas de condones y contraceptivos son un modo imperfecto de medir el deseo sexual -esto es especialmente cierto para las parejas monógamas y homosexuales- proporcionan una imagen amplia de la actividad sexual en cada ciudad.

La tercera parte desarrolla algunas conclusiones y tendencias que se pueden analizar comparativamente estos ránkings. En el fondo, una demostración de los usos y abusos de este tipo de indicadores:

Los 11 ránkings seleccionados no son más que una muestra de la popularidad creciente del ejercicio de medir la vitalidad, la sostenibilidad y la calidad de vida urbana. Pero esta muestra arroja una serie de tendencias y conclusiones interesantes que reflejan las oportunidades que genera la creación y uso de indicadores urbanos y los peligros del abuso de este tipo de herramientas sin un análisis crítico de su funcionamiento. Entre otras podríamos comentar las siguientes:

– Quizás, lo más relevante, y sorprendente, es que estos ránkings no han sido elaborados por universidades, gobiernos o think tanks... Por el contrario, han sido diferentes medios de comunicación … Pero además, refleja una tendencia de los medios a crear o utilizar bases de información estadística y a proporcionar a sus usuarios herramientas para el diagnóstico de sus propios espacios urbanos o para la elección de los mejores sitios para vivir.

– La disponibilidad de bases de datos públicas con grandes volúmenes de información permite realizar análisis sofisticados del funcionamiento de las ciudades. Paradójicamente, las administraciones, que deberían estar especialmente interesadas en este tipo de diagnósticos (tanto para guiar sus políticas como para comunicar la calidad de su oferta urbana), no se involucran en este tipo de análisis…

– Existe una elevada diversidad de métodos y criterios así como de objetivos de los ránkings (desde las ciudades más verdes a aquellas más adecuadas para los jubilados) que puede provocar confusión inicial en el lector interesado. Pero lejos de ser esto un problema, podríamos considerarlo una oportunidad. Un único ránking nos dará una visión parcial (y posiblemente sesgada) de la realiad urbana, pero su análisis conjunto puede proporcionarnos una visión mucho más rica y diversa de las realidades urbanas. El reto se encuentra en que el usuario sea capaz de intrpretar esos ránkings y sacar sus propias conclusiones. Puede que esté ya llegando el momento de que se empiecen a construir agregadores de ránkings que integren información de varias fuentes y faciliten la interpretación al usuario.

– Muchos de estos ránkings muestran una preocupante tendencia a incluir siempre el mismo tipo de ciudades. En los ránkings mundiales bien aparecen casi exclusivamente las megalópolis o bien existe una sobre-representación de ciudades europeas. Los ránkings de ciudades norteamericanas son más diversos y varios de ellos sufren menos este sesgo de selección, dado que en algunos casos incluyen una gran batería de núcleos urbanos seleccionados por un criterio objetivo como es el tamaño de la población…Los riesgos de caer en el márketing fácil por parte de las ciudades bien situadas o en la copia rápida de las ciudades no incluídas o con malos resultados son evidentes.

Aún así este tipo de indicadores pueden ser útiles, pero siempre que se empleen para identificar las claves que generan dinámicas urbanas positivas. ¿De qué factores depende la vitalidad urbana, la capacidad de innovación o la calidad ambiental?, por ejemplo.Y siempre que este análisis se contextualice de modo que pueda ser adaptado a otras ciudades, donde las oportunidades y condicionantes pueden diferir.

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