Como ya he comentado aquí en otras ocasiones Karla Brunet y yo fuimos los curadores invitados en la parte dedicada a tecnologías sociales dentro de la sección de rede aberta del proyecto AGORA / ÁGORA criação e transgressão em rede que se clausura estos días en Porto Alegre (Brasil). Se va a publicar un catálogo donde aparecerá información sobre el proyecto y un resumen del concepto de tecnología social. En todo caso pensamos que puede ser útil hacer públicos todos los materiales que se generaron para la preparación de la parte dedicada a tecnologías sociales. Con ese fin estamos acabando de preparar una web donde se recopila la información, pero como anticipo publicaré a lo largo de estos días una serie de textos básicos que presentan el concepto, los criterios empleados para la selección de proyectos, el modelo de ficha utilizado para la documentación de cada proyecto y, finalmente, la ficha que se elaboró para cada uno de los 5 proyectos seleccionados.

El primero de estos textos presenta el concepto de tecnología social. Ya he publicado algunas partes en los posts Sobre tecnologías sociales y sus límites y Algunas ideas para la recuperación del espacio público, pero en esta ocasión presento el texto completo inicial (que a su vez en una remezcla de varios textos y proyectos en los que he trabajado en los últimos tiempos).

CONCEPTO DE TECNOLOGÍA SOCIAL



Innovación social y espacios públicos híbridos



El concepto de innovación social se está haciendo popular últimamente, en gran medida como respuesta a una situación de crisis que nos muestra como la innovación entendida como un proceso asociado única y exclusivamente al ámbito económico y empresarial no es suficiente para garantizar el desarrollo social. En este sentido, los espacios públicos juegan un papel esencial al ser los escenarios donde se desarrolla, o se debería desarrollar, buena parte de la participación activa de los ciudadanos en la construcción de la ciudad siguiendo el modelo de urbanismo emergente. Frente al modelo de las clases creativas, popularizado por Richard Florida, que asocia creatividad con crecimiento económico pero que al tiempo puede provocar mayores desigualdades dentro de las ciudades, la innovación social puede entenderse como un proceso inclusivo en que la creatividad urbana contribuye a mejorar la ciudad vivida por todos los vecinos.

Pero, ¿cómo se genera innovación social? y ¿cómo esa innovación puede ayudar a revitalizar los espacios públicos? La solución no es simple y pasa por la combinación de políticas que generen oportunidades, el empoderamiento ciudadano basado en la acción colaborativa y el uso de la tecnología para generar redes sociales activas. Internet surge como plataforma organizativa para, en contra de algunas visiones apocalípticas que asocian al antes conocido como ciberespacio con la debilitación de las vida social, generar acciones que se trasladan a los «espacios analógicos» reforzando las redes ciudadanas. En este sentido, arte y pensamiento de diseño, por una parte, y cultura digital, por otra, convergen para generar innovación social. Las plataformas digitales constituyen los espacios adecuados para crear y compartir información y conocimiento al tiempo que se generan los procesos relacionales necesarios para movilizar ese conocimiento de un modo colectivo a través de las redes sociales.

Por tanto, la innovación social sucede en un espacio público híbrido que combina los procesos que suceden en Internet con aquellos que ocurren en los espacios públicos de las ciudades. La importancia de la tecnología no debe hacernos olvidar que el espacio tradicional sigue conservando su valor. En este sentido podemos considerar a las ciudades como espacios de interacción donde en la actualidad dominan dos tipos de «escenarios» públicos que permiten a los ciudadanos convertirse en actores, normalmente de dos formas: 1) en momentos y lugares establecidos y de acuerdo con un programa ya diseñado por gestores (desde un festival a un mercado callejero); 2) en espacios considerados marginales donde el papel de «la autoridad» se ha reducido (como los barrios marginales de muchas ciudades).

El reto de nuestras sociedades es lograr que esos espacios, y sus prácticas asociadas, de actividad ciudadana autónoma se traduzcan en procesos de desarrollo y no se queden, como pasa en la mayor parte de los casos, en fuente de conflictos o, en el mejor de los casos, lleguen solo a una parte muy minoritaria de la población. Pero lograr esto no consiste en burocratizar esos espacios, en reglamentarlos o apoyarlos financieramente, más bien en generar las condiciones para el desarrollo de prácticas creativas y colaborativas. La creatividad ha pasado demasiado tiempo ya asociada a ciertas prácticas culturales o al dominio de una supuesta clase profesional global. Por el contrario, la creatividad, y la innovación que genera, sucede en los ámbitos cotidianos, en el día a día de los habitantes de los ciudadanos.

Tecnologías sociales



Identificamos como «tecnologías sociales» todo tipo de tecnologías (infraestructuras, hardware, software, servicios web) que son susceptibles de ser utilizadas para el empoderamiento ciudadano, y especialmente para el desarrollo autónomo de proyectos colaborativos. Estas tecnologías son diseñadas de un modo abierto para maximizar las probabilidades de apropiación ciudadana que permita su reconfiguración y remezcla con usos diferentes a los ideados inicialmente por sus creadores. Por tanto una tecnología se convierte en social cuando existen comunidades de usuarios que las incorporan a sus prácticas cotidianas y les dan usos innovadores. Pero al tiempo, podemos extender el concepto de tecnología social para incorporar nuevas prácticas y nuevas formas de producción que generan una nueva economía. Así, por ejemplo, el software libre puede ser considerado una tecnología social, pero los modelos organizativos y sistemas de gobernanza de las comunidades que desarrollan software libre son otros elementos esenciales para entender estos proyectos y podrían ser considerados como parte de esas «tecnologías sociales» y de nuevas formas de producción.

En el proyecto Ágora seleccionamos proyectos colaborativos que utilizan tecnologías sociales con el objetivo de reusar / reciclar tanto en lo que se trata de materiales cuanto de ideas, conocimiento, tecnologías, métodos… Es un reciclar para recuperar objetos e ideas que pueden seguir siendo útiles en nuestra sociedad; reutilizar para dar el mismo uso otra vez o darle un nuevo uso a esos objetos e ideas. Estos proyectos por tanto buscan la sostenibilidad material y social a través de la colaboración ciudadana y la auto-gestión. Entendemos que la estrategia de reuso / reciclaje es la única vía para la sostenibilidad de nuestras sociedades, tanto en lo que respecta a la reducción de nuestra dependencia de recursos materiales como en la eficacia en la utilización de los recursos intelectuales. Una sociedad innovadora solo se puede desarrollar plenamente si trabaja y aprende a partir del conocimiento compartido.

Dentro de este enfoque, nos hemos centrado en proyectos que trabajan especialmente sobre, al menos, uno de estos tres ejes:

  • subjetividad: visibilización de la diversidad social reconociendo las diferentes subjetividades que conforman la trama social de una ciudad o territorio. Trabajo con grupos sociales minorizados y/o marginalizados (por ejemplo por su origen étnico o tendencia sexual; género etc). Proyectos de construcción de narrativas en los que los ciudadanos cuentan su vida, comunidad o territorio.
  • infraestructura: desarrollo de infraestructuras para el uso autónomo y creativo por parte de la ciudadanía.
  • economía: proyectos que favorecen el desarrollo de una economía social en la que sectores de la población marginalizados y/o con escasos recursos pueden desarrollar nuevas actividades económicas. Proyectos en que la rentabilidad económica se acompaña de beneficios sociales no financieros («economía social»).

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4 comentarios

  1. Muy buena síntesis, saludos, Juan _. Ganas de ver el catálogo, saludos, osfa / jpl

  2. Hola Juan, gracias por el resumen y el nivel de matiz sobre las ideas. Me interesan tanto la noción como los objetivos que se plantean a través de la innovación social, pero tengo una duda -tal vez poco concreta y bastante elemental- que desde hace un tiempo trabajo en «resolver». Intentaré ir al grano, a ver si me puedes dar tu opinión:
    Es muy cierto que el interés por la innovación social ha crecido casi de manera paralela al anuncio de la crisis. Como señalas, la innovación sin más ha quedado un poco en entredicho, ya que parece que no resuelve problemas de gobernanza urgentes y ciertas demandas sociales que ni mercado ni estado saben cómo responder. Es precisamente estas funciones las que sí puede cumplir la innovación social (de hecho, esa es la definición que Geoff Mulgan ofrece de innovación social). Eso puede dar al fomento de la innovación social un valor meramente instrumental, como si se pensara «ahora sí que necesitamos la cooperación social ya que el modelo de mercado y estado bajo el que funcionamos parecen estar agotados. Más adelante ya veremos qué hacemos». Por otro lado, esta necesidad institucional abre a su vez las famosas «ventanas de oportunidad». En el fondo, esta ambivalencia es el mismo enjambre de siempre.
    Coincido contigo en que se pueden dar procesos de inclusión y empoderamiento pero, sin entrar mucho en qué suponen realmente esos términos, mi duda es la siguiente: ¿Es la innovación social un proceso que de manera incremental responde demandas sociales o puede generar procesos donde se establezcan cambios en las relaciones de poder? ¿Es la innovación social un instrumento para ir dando soluciones más eficaces a las ya practicadas por mercado y estado o puede crear espacios de verdadera autonomía y ayudar a inaugurar/optimizar formas de autogobierno y mercado? ¿Son procesos que a medio/largo plazo pueden llegar a instituir otras formas más horizontales de gobernar y valorizar lo que se produce o debido a cómo se miden y se usan están a priori enclaustradas a funcionar como remiendos?. La duda no es tanto sobre si la innovación social es más o menos válida (cosa que sería una tontería, ya que estas prácticas existen y han generado procesos interesantes más allá del propio concepto) sino sobre el objetivo último del fomento de la innovación social la actual crisis -que, como sabemos, no es sólo económica-.
    Entiendo, tal vez de manera equivocada, que el desarrollo social ha de traducirse en cambios en las relaciones de poder. Como dicen algunos autores de influencia republicana, la transformación social se dará si se logran crear «free choosers» pero difícilmente si se sigue fomentando el «free choice». O dicho de otro modo, si se siguen dando «soluciones» al mismo paradigma que se quiere transformar -sin cambiar el contexto y los actores que toman las decisiones, sin cambiar los indicadores que miden qué es satisfactorio o no, sin cambiar las estructuras (y no sólo las infraestructuras) sociales y económicas bajo las que se innova socialmente, etc.- la innovación social puede ser un contexto socialmente productivo, pero poco transformador y poco dado a provocar un cambio estructural.
    Bueno, pues eso, que me encantaría saber tu opinión sobre este tema que, en el fondo, se podría resumir en cuál es el objetivo último de la innovación social y qué protocolos son necesarios para asegurar que esos objetivos se consigan.
    abrazo y ánimos con el proyecto!
    Rubén

  3. Rubén,
    Creo que planteas las preguntas realmente relevantes y por tanto, en cierto sentido, son retóricas. En mi opinión ambas visiones de la innovación social (las que podríamos llamar por sus objetivos como instrumental y estructural) co-existen y cuentan con sus defensores. Buena parte del éxito del concepto viene del lado de los que entienden la innovación social como algo instrumental que puede ahora y en este contexto arreglar ciertos problemas. Sin embargo esa necesidad abre una ventana de oportunidad, para los que defienden y actúan desde la visión «estructural», que no se a donde podrá llegar. Yo me quedo, como opción personal y política, con la posición estructural, pero entiendo que es necesario, de una forma crítica, colaborar con las iniciativas más instrumentales como parte del proceso.
    Este debate me recuerda en algunos puntos al que conoces bien sobre el procomún, sobre si es algo diferente (y que se opone) a estado y mercado o es algo que está entre e incorpora a estado y mercado. Quizás la innovación social siempre estuvo ahí, como el procomún, sin necesidad de darle nombre. La destrucción de esos espacios (en gran parte por la acción de estado y de mercado) genera ahora la necesidad de reinventarlos. La paradoja, y el sarcasmo, es que ahora la innovación social la pretenden reinventar, al menos en parte, los estados y los mercados. Por supuesto su interés es controlarla de modo que sea un instrumento útil pero nada más. Pero siempre que se coloca una nueva pieza en el sistema, sobre todo si el sistema es suficientemente complejo (este parece que lo es), las consecuencias son en gran medida imprevisibles (y pueden acabar siendo estructurales).

  4. Rubén, una pregunta parecida a la que te haces se suele formular pero con respecto a la lucha contra la pobreza, en la cual se confrontan dos posiciones en la economía del desarrollo: la de aquellos que creen que es posible superarla siempre y cuando se les dé un «empujón» a los pobres mediante subsidios y, en general, el gasto social del Estado (encabeza Jeffrey Sachs). Y otros, por el contrario, que consideran que no se puede hace nada por los pobres desde fuera, y que ellos por sí solos encontrarán el camino para salir de las «trampas de la pobreza» o se hundirán inevitablemente sino transforman radicalmente sus instituciones políticas y económicas (encabeza William Easterly) (Ver también: D. Ecemogle y J. Robinson, Por qué fracasan los países). Sin embargo, algunos economistas del desarrollo, recientemente vienen planteando una «tercera vía» según la cual cambiar las estructuras sociales no es una condición ni necesaria ni suficiente para lograr mejoras en la condición de vida de los pobres, que bastan innovaciones sociales incrementales para lograr pequeños cambios, etc. Lo mejor es que esta tercera posición es producto de investigaciones muy serias y rigurosas, y no producto de especulaciones o posiciones ideológicas como sucede al parecer con los dos puntos de vista referidos primero. He leído algunos trabajo al respecto y parecen muy convincentes. En particular te recomiendo la lectura del libro de Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo, «Repensar la pobreza. Un giro radical en la lucha contra la desigualdad global» (2012), Taurus.

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