Plataformas digitales emergentes y cultura abierta

Dentro de la Conferencia Internacional de Software Libre 2012 (OSWC) que se celebra en Granada he participado en un grupo de trabajo para debatir sobre el presente y futuro del software libre en España. En mi opinión el software libre ha sido uno de los elementos clave de la transformación radical que se ha producido en las últimas décadas y que podríamos denominar de muchas formas: cultura abierta, cultura libre, cultura digital, sociedad red … Sin embargo la «victoria del software libre» (con una cuota de mercado muy elevada en ciertos sectores e infraestructuras y como agente de cambio social y cultural) conlleva también la necesidad de la revisión de sus posicionamientos. En sus inicios el movimiento de software libre era una isla en un entorno totalmente diferente y por tanto su desarrollo dependía fundamentalmente de factores endógenos. Hoy en día, por el contrario, este movimiento y el propio software es parte de un complejo ecosistema y su continuidad y crecimiento dependen mucho más de factores exógenos, de sus relaciones con los otros componentes del ecosistema con los que necesariamente tiene que trabajar (tanto en términos humanos como de código). Por tanto esto obliga a dejar de pensar en sentido restringido sobre software libre y pensar y actuar más sobre cultura abierta, de forma que el software libre encuentre el ecosistema adecuado para su desarrollo. Desde mi punto de vista, lo relevante no es en si mismo el software libre sino la cultura abierta, pero lo interesante de este momento es que los intereses de unos y otros coinciden en gran medida. En este sentido creo que es indispensable pensar en las relaciones entre las plataformas digitales emergentes y la cultura abierta.

Existen tres plataformas digitales (infraestructuras en las que se ofrecen servicios) que están emergiendo como los espacios principales de producción de conocimiento e interacción digital: las redes sociales, los servicios en «la nube» (cloud computing) y las plataformas móviles. Buena parte del software que utilicemos en el futuro (y ya en el presente) debe trabajar en o sobre esas plataformas. Por tanto, las reglas de juego en que se base ese software y las prácticas de sus usuarios («el código es ley«) dependen y dependerán cada vez más de las condiciones que marquen esas plataformas.

En el pasado, en el periodo anterior a la emergencia de estas nuevas plataformas, la mayor parte del software trabajaba sobre una plataforma abierta (la propia Internet original) y existían pocas restricciones (ni tecnológicas ni regulatorias) al desarrollo de una diversidad de prácticas y, por tanto, de innovaciones. Esta plataforma funcionaba, y quizás aún funciona, como un procomún: un espacio híbrido donde negocian e interaccionan mercados, gobiernos y comunidades de usuarios.

Las plataformas emergentes, a diferencia de esa Internet original, están controladas por corporaciones y en muchos casos tienden al oligopolio (ya sea Facebook o Twitter en las redes sociales; Amazon en servicios en la nube; o Android o iOS de Apple en plataformas móviles). Desde mi punto de vista el problema no es que existan estas alternativas comerciales, ni tan siquiera que sean dominantes. El problema es que no existan alternativas abiertas y que la movilidad de los usuarios esté seriamente limitada. Si se dan estas dos condiciones, las comunidades de usuarios tendrán libertad para cambiar de plataforma de una forma rápida manteniendo todo su capital simbólico (conocimiento) y relacional. Esta misma posibilidad puede actuar de freno para que las plataformas corporativas no intenten llevar al extremo sus posiciones dominantes.

En este ámbito es donde la política y los gobiernos tienen un papel esencial definiendo las reglas de juego, en particular en lo que respecta a la movilidad de los usuarios. El desarrollo de alternativas a las plataformas precisa de condiciones que favorezcan la innovación y la capacidad de experimentación de usuarios y comunidades y el mantenimiento de la neutralidad de la red. La movilidad precisa de que se respeten una serie de reglas básicas como la interoperabilidad, los estándares, unos derechos sobre nuestra identidad digital y nuestros datos y contenidos.

5 comentarios

  1. Sin embargo, ¿no es cierto que comienzan a aparecen redes sociales de código abierto? sino me equivoco n-1 y feelsynapsis serían alternativas. ¿Las conoces? si es así ¿crees que realmente son libres? ¿qué opinión te merecen?

  2. Si, y esos son los ejemplos de las plataformas alternativas (o complementarias) que se necesitan para garantizar en parte la libertad de los usuarios.

  3. Hola compañero blogger! Tengo un blog llamado «braintruthworld» y la foto de un cerebro / mundo (que tiene en Flickr) sería perfecto como mi icono. ¿Puedo usarlo para ese fin? Gracias.

  4. Muy de acuerdo. Desconfío del papel de los gobiernos en todo caso: demasiado grandes, demasiado poderosos y, por ello mismo, en manos de los mismos poderes que tiene que combatir. Alguien me hablado ya de la caída de Extremadura y su regreso al redil del software propietario (no lo he comprobado, tengo que verlo a fondo). Pero valdría como ejemplo de algo que es cotidiano.
    Sobre el tema de «las redes sociales» de código abierto, creo personalmente (después de haberlas mirado con interés y hasta cierto entusiasmo) que son una pérdida de tiempo: imitar el modelo de relación de Facebook en otros espacios que no son realmente distribuidos, sino únicamente plataformas para instalarte una red propia (que no es moco de pavo, especialmente para empresas) y adaptártela, no es un gran progreso. El progreso creo que vendrá del desarrollo de herramientas de autopublicación propias que interactúen mejor y más deprisa con el entorno del tiempo real.
    Dicho de otra forma: la discusión en blogs es lenta y compleja porque no se interactúa bien con los comentarios, requiere esfuerzos de subscripción algo ímprobos como para mantener la atención. Y el blog, empleado aquí como sinónimo de identidad propia, es decir, control de herramienta y del contenido (por la vía de la propiedad de tu dominio y de tu propia instalación) está en desventaja. Como lo está la «complejidad» de su instalación y creación fuera de servicios estándar como blogger que, uno sospecha, pueden verse subsimidos en la marea de las guerras por la publicidad de Facebook y Google, que tiene todo el incentivo del mundo para desarrollarlo como una extensión de G+: ¿qué tal si los comentarios en esa «red» y los de blogger estuvieran vinculados? Vete a saber lo que harán.
    Así, el software libre como movimiento ideológico debe trabajar por hacer humano el autocontrol en hostings ajenos. Y esto está lejos. El debate sobre la complejidad es amplio, creo que a veces el mundo hacker goza con la complejidad por la complejidad, Ubuntu aparte. O que confunde la apertura y la capacidad de control con crear una curva de aprendizaje de uso innecesaria.
    En fin, encantado de saber tu opinión al respecto.

  5. Los blogs, con la aparición de las redes sociales tienen tendencia a desaparecer. Y personalmente creo que lo harán. Es lógico, porque como el Sr. Gonzalo Martin dice, la discusión en blogs es lenta y compleja porque no se interactúa bien con los comentarios, requiere esfuerzos de subscripción algo ímprobos como para mantener la atención.

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